miércoles, 24 de julio de 2013

Un hombre en la Luna

Y una noche, arreglando sus neuronas, la Luna comenzó a hacerse cada vez más grande. El montón de mierda hace un tapón en su cabeza, ahora es imposible ponerse a hacer limpieza, y más cuando no para de moverse tumbado sobre su cama. ¿La echa en falta? “Es curioso”,dice, “cómo coño puedo tener frío en pleno verano. Tengo los pies helados”. Se pone la manta por encima pero antes de que se dé cuenta ya se la ha quitado.

Dentro de su mente, mil y una posibles historias rondan su imaginación: de lo que pudo ser y no fue, de lo que podría ser, de lo que nunca va a ser. Sin duda las que más amargan son aquellas que él llama “de futuro abierto”, pues sabe que nunca reunirá el valor suficiente para descubrir una alegría o una decepción. “Es demasiado arriesgado, no se qué soy”. El recuerdo de una colonia casual significa otra nueva vuelta en la cama, y ya perdió la cuenta.

Echa de menos, pero no sabe exactamente qué, ni a quién. Podría tratarse de Ella, pero tampoco se aventura a asegurar un nombre. Sólo sabe que necesita varias partes de su cuerpo, la que desprende prozac, marihuana y la del gas de la risa. El hombre necesita reír, como un abrazo, lo mismo que la compañía en una noche de verano como esta. ¿Echa de menos el amor o sólo echa de menos los ojos de alguien que sepa escucharle, de un beso profundo de vez en cuando? ¿Echa de menos alguien a quien cuidar, o alguien que cuide de él?

Mientras, sin que se de cuenta, la Luna llena se fue acercando a su casa hasta colocarse delante de su ventana abierta. “Con esta luz es imposible dormir”. Mira el reloj, son las 3:23 AM. Coge su guitarra y se sienta frente a la ventana, le dice a la luz que tal vez de esta forma se relajen los dos. Y de sus labios salen, acompañados de suaves acordes, el recuerdo de lo que pudo ser y no fue. Podrá pasar otra vez ese tren, pero duda tener el valor para comprobarlo nunca:

Me llevaste hasta el olor de los naranjos
me dijiste hasta luego cuando aún te estaba esperando
voy sin prisa caminando, he dormido tanto
que podré aguantar barranco tras barranco”


Ni la Luna ni él durmieron aquella noche.

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