lunes, 17 de marzo de 2014

El papel tirado

     Para unos es una escalera hacia el cielo; para otros, una montaña, un camino con horizonte donde siempre está a punto de salir el sol, subir de las profundidades del mar más profundo. Es fácil adivinar el punto en común, al fin y al cabo nadie es tan diferente a otro como se espera: luz. Igual que las religiones se afanan en la constante búsqueda de la luz, nuestra mente se programa para agotarse en el eterno camino que nos lleva hacia nuestra propia luz, nuestra felicidad. ¿El dinero? ¿el reconocimiento? ¿el éxito?: el amor. Paseando por la calle, un papel arrugado que dice:

     "Estoy cansado de esperarte, estoy cansado de buscar y conocer. Cansado de cada vez entender que no, no hay más, el muro. Mira, se acerca la primavera y me molesta el sol. Tan inclinado subo la cuesta que tropiezo y a empezar. Cuando caiga esta vez, por favor, que se levante el viento y me lleve con las hojas, que te arranquen las pestañas; que me lleve hasta las rocas, que te coman las arañas; que levante todo el techo, que destroce toda casa; y quedarme allí tumbado hasta ver si me desmaya, que después de tempestades no hay más que esperar la calma.

Mejor ahora, más tranquilo. Cuando el corazón va tan deprisa o lloras o gritas. O escribes o cantas. Sientes cómo te oprime justo un poco por debajo del rincón de la felicidad, todo el mundo sabe donde está. Y quien no lo sepa no es humano. Abajo la pena, allá por las costillas, y un poquito más arriba la felicidad (¿cerca de la garganta?). Siempre es así, de abajo a arriba.

Hay días que me resigno, que no quiero ser mejor. ¡Que no puedo ser mejor!. Nada que hacer. Otros, en cambio, el cielo es azul claro y los pájaros cantan y las nubes se levantan y... siempre acaba por llover. Luego calma. Y de abajo a arriba todo el día. La línea de nuestra existencia con sus curvas, que hace de la vida los ciclos más largos o más lentos a su antojo. No soy el dueño de mis sentimientos, lo siento. 

Pero ya es demasiado tarde para decir tonterías. Me voy a dormir. Eso sí, si sonríes me despiertas, porque entonces para mí ya será de día."

     Coloco el papel allí donde se quedó. Que lo coja quien lo tiene que leer, yo no. La felicidad decía antes. El amor. La angustia y el desahogo. ¿Puede un hombre gritar sin estar enamorado? ¿Puede un hombre escribir sin estar enamorado? La verdad es que no tengo ni la menor idea, para estos asuntos aún no existen expertos, sólo teorías.


"Coño.
Un ruido del demonio
se mete en mi cabeza,
se mete dentro
un puto rayo que no cesa.

Tieso, yo sigo todo tieso
la misma trayectoria
y no entiendo
por qué estás cada vez más lejos."

(Extremoduro, Locura Transitoria).


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